06 julio, 2009

Arriba Perú

Este video fue lanzado por Canal 2 luego de que una bomba lo destruyera. El tío de Luciana, mi compañera de clase, murió en ese atentado. Ella no sabía nada y fue al colegio. Ahí se enteró. Se puso a llorar y la regresaron a su casa. Mi profesora regañó a la que le dijo.

29 junio, 2009

Pensamiento Rocky Balboa


Cerca de la cumbre del cerro San Genaro, que se veía desde mi casa y que en algún momento fue declarado “zona roja”, a veces aparecían piedras pintadas de blanco que, puestas en fila, formaban la hoz y el martillo. Alguna vez, durante la noche, en lugar de piedras se encendieron antorchas con la misma forma.

En los primeros años de mi vida, llenos de películas y series gringas a lo Reagan, ver la hoz y el martillo solo me hacía pensar en “rusos malos y tramposos”. Poco a poco, ese signo se fue cargando de nuevos sentidos.

Tarata II

Yo vivía en Villa, en Chorrillos, lejos de los sitios en los que “reventaban” los coches bomba, y salía poco de mi barrio… Creo que por eso sentía que ninguno explotaría cerca de mí. Pero el día del atentado en Tarata estuve comiendo churros con mi mamá y mi hermana en Manolo y, como al día siguiente tenía colegio, nos fuimos temprano. En el camino de regreso a la casa, creo que llegando a la Avenida Huaylas, escuchamos una explosión y nos miramos. Sabíamos qué había pasado. La costumbre nos permitía reconocer inmediatamente el sonido de una bomba y hablar con cierta propiedad de la "onda expansiva", de la mezcla de anfo y dinamita, etc.

Al llegar a la casa, felizmente había luz y vimos estas imágenes. Recuerdo haberle reclamado a mi mamá: “Si nos hubiéramos quedado un rato más podríamos haber visto todo en directo”.

28 junio, 2009

Tarata

Sentadas encima de una mesa, frente al televisor, mi hermana y yo jugábamos Nintendo en la sala de mi casa. De pronto, el cielo se iluminó y tan solo unos segundos después, un aterrador estallido, más fuerte que nunca. Era una bomba, no había duda; y esta vez había sido cerca. Mi mamá nos hizo alejarnos de la ventana. Pasó un tiempo y ella y mi papá decidieron salir a ver qué había pasado. Caminaron hasta Larco y desde el parque Salazar bajaron por toda la avenida buscando dónde había sido el atentado. Cuando llegaron a mi casa, mi mamá, aterrada, solo lo pudo describir como el infierno. La impresión fue tan fuerte que mi papá le dijo para regresar. Me contó que había un señor que gritaba desesperado "Carlos, Carlos", que es el nombre de mi papá y también el de su hijo, quien no había salido del edificio. Hace poco, en youtube, encontré un reportaje sobre ese atentado (ver el post de Rika, Tarata II). En él, sale ese señor.

27 junio, 2009

¿Quién es Abimael?

Mi hermana se había quedado a dormir donde Carla. No me acuerdo si fue ella o si mi papá llamó a la mamá de Carla, pero la noticia era importante: capturaron a Abimael. Imágenes oscuras y movidas, él en una fiesta, bailando, contento, celebrando... Y luego, él en una jaula, gritando, a rayas... Mi mamá decía: "1509, ese disfraz va a ser popular". Le pregunté a mi papá quién era Abimael. "Es el hombre más malo del mundo", respondió.

Barbas


Luis Alberto Torrejón es el nombre de mi viejo. Cuando los ochentas y noventas y yo niño, no era raro ir con él por la calle y escuchar a gente diversa pronunciar ante su aparición: "Habla, Abimael" o "A ver, cántate La Bilirrubina".
La Bilirrubina si la conocía, hasta le decía a mi viejo Juan Luis Torrejón. Y también recuerdo "¿Papá, quién es Abimael?".

Terroristas, no elefantes


Un terrorista, dois terroristas, tres terroristas...

Cuidado


Es la palabra de la infancia. Cuidado en la calle, cuidado con la bomba, cuidado con el paro armado, cuidado con las velas, cuidado con agua de caño que te da cólera, cuidado hasta en Nubeluz.

Generador


En los 80 (más precisamente, a partir de 1986 u 87 u 88... y hasta que se acabaron los apagones diarios) me preguntaba por qué no comprábamos un generador eléctrico a gasolina. Mi papá (que era el que "compraba" las cosas) nunca compró uno. Sí se compró una radio que captaba onda larga y onda corta. Con ella subíamos a la azotea en las noches de apagón para escuchar su señal de baja calidad. Mi papá destapaba una cerveza (supongo que tibia) y nos sentábamos a ver las calles vacías mientras escuchábamos emisoras de otros países... o Radioprogramas para saber qué torre se habían volado y qué distritos habían sido afectados. Ahora, cuando escucho una señal de mala calidad en la radio, recuerdo ese temor leve pero permanente, que no era miedo. Recuerdo también que, en su cuarto, mi papá tenía una escopeta por si acaso.

Jugar a que hay luz


La advertencia de hacer la tarea antes de que "se vaya la luz" se volvió cosa de todos los días cuando era niña, tanto así que ya no se podía usar esa excusa en el colegio por no haberla hecho. Los apagones causados por las constantes bombas que volaban las torres eléctricas durante la década de los 80 en Lima eran algo con lo que se aprendió a vivir y se esperaban como un hecho seguro cada noche. Mis recuerdos de aquellas noches están ligados, siempre, a las velas; a aprender a moldear la cera derretida, a jugar con mi hermana a "no quemarnos" con ella (o deliberadamene hacerlo); o a mi fallido intento por inventar la "vela curva" (una vela que derretí hasta que formara una 'L', justamente para evitar que la cera me cayera en las manos...). Pero no hay actividad en las noches de apagón que haya disfrutado más que pintar con crayolas derretidas por las velas. Aprendí a no tenerle miedo a la oscuridad con esos juegos que mi mamá me presentó cuando era chica, pero siempre me asusté del sonido de las bombas que la anticipaba.