Yo vivía en Villa, en Chorrillos, lejos de los sitios en los que “reventaban” los coches bomba, y salía poco de mi barrio… Creo que por eso sentía que ninguno explotaría cerca de mí. Pero el día del atentado en Tarata estuve comiendo churros con mi mamá y mi hermana en Manolo y, como al día siguiente tenía colegio, nos fuimos temprano. En el camino de regreso a la casa, creo que llegando a la Avenida Huaylas, escuchamos una explosión y nos miramos. Sabíamos qué había pasado. La costumbre nos permitía reconocer inmediatamente el sonido de una bomba y hablar con cierta propiedad de la "onda expansiva", de la mezcla de anfo y dinamita, etc.
Al llegar a la casa, felizmente había luz y vimos estas imágenes. Recuerdo haberle reclamado a mi mamá: “Si nos hubiéramos quedado un rato más podríamos haber visto todo en directo”.
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